Diez años han pasado desde aquel 27 de junio de 2009 en el que la euforia invadía a los coruñeses tras conocerse que la Torre de Hércules pasaba a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Se habían instalado pantallas gigantes para seguir en directo el acto que se celebraba en Sevilla. Lo recuerdo como un momento de mucha emoción, la misma que transmitía la delegación gallega presente en la capital andaluza y que con Losada al frente aseguraba que este reconocimiento, como sitio cultural de «valor universal excepcional», llegaba en el primer año que concurría la candidatura de la torre coruñesa, que comenzó a fraguarse en 2001 con la creación por parte del doctor José Luis Vázquez Iglesias del Instituto de Estudios Torre de Hércules.
Estos días celebramos este décimo aniversario con diferentes actos, pero no hay que olvidar todo lo que hay que seguir haciendo para preservar este tesoro, este emblema de la ciudad. «Como Patrimonio de la Humanidad necesita urgentemente un lugar digno de acogida para todos los visitantes», decía su actual director Alejandro de Arce en una entrevista publicada en La Voz de Galicia.
Con el fin de poner en valor el tesoro de esta ciudad, Cs A Coruña proponía en su programa la creación de un Museo del Mar, de los Faros y un Centro de Promoción de la Torre de Hércules que permita reconocer y potenciar definitivamente su condición de Patrimonio de la Humanidad y que estaría ubicado en el imponente edificio de la antigua cárcel.
El nuevo gobierno puede barajar esta opción. En cualquier caso, es urgente que tome medidas con el entorno del faro romano más antiguo del mundo en funcionamiento para que no nos quiten la condición de Patrimonio de la Humanidad. El ruinoso estado de la cárcel o los focos de suciedad que hay al lado de los campos de fútbol de la Torre no ayudan a conservar la imagen del símbolo de nuestra ciudad.